A pocos días de la erróneamente llamada “reaparición” del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) me encuentro en Guadalajara reflexionando acerca de las diferentes luchas que en un país como México se han de emprender para otorgar voz y reivindicar la dignidad -de minorías o fragmentos enteros- de una sociedad que esta sectorizada, atomizada, individualizada al extremo y en el caso de la sociedad indígena del sureste mexicano, olvidada.
El 21 de diciembre de 2012, miles de bases de apoyo del EZLN marcharon por cinco ciudades del estado de Chiapas: Ocosingo, Las Margaritas, Palenque, Altamirano y San Cristóbal. Decidieron hacerse visibles entonces, caminaron por las calles de ciudades chiapanecas nuevamente con la intención de comunicar que en México las luchas son diversas, no únicamente electoreras o sindicales, estudiantiles u obreras, si no que también campesinas e indígenas. Horas después de la marcha se difundió un comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) en forma de poema, firmado por el Subcomandante Marcos en el portal Enlace Zapatista con la intención de reiterar y recordar que siguen en la lucha para conquistar la justicia por las atrocidades que se han cometido en contra de los pueblos indígenas.
He leído ultimadamente altas cantidades de críticas hacia el EZLN y especialmente hacia Marcos de parte de los voceros del oficialismo, que lejos de informarse, leer y cultivarse, se deciden a emprender una cruzada de ingenuidades y mentiras con tal de desvirtuar una lucha que se ha ignorado por largos años en este país y que tiene a las comunidades indígenas en el olvido y al margen. Que si Marcos es mestizo, que si no es indígena, que si es de Tampico – o hasta regiomontano- que si es enviado encubierto del gobierno, entre otras cosas. Todo esto por que son incapaces de asomarse al otro México, al México sin oportunidades, al México de la sierra. Son tristemente incapaces de ver la desolación que genera el modelo de país que hemos adoptado que aparta y condena a las culturas nativas de nuestra patria.
Hoy día da pena ajena ver en diarios de gran tiraje y difusión masiva plumas que sin errores ortográficos se ventilan sin saber, plenamente ignorantes. Se evidencian cuando redactan que el subcomandante es de Monterrey , o mas aun cuando afirman que los zapatistas solo marchan haciendo uso publicitario de la fecha “apocalíptica” y no como demostración o recordatorio de las nuevas generaciones zapatistas que vienen empujando, esas que crecieron bajo la autonomía de los caracoles(libres del pecado del sistema educativo mexicano y muchas otros “vicios” por decirlo así, de nuestro estado “democrático” en el que vivimos) que ahora marchan como recordándole a la señora sociedad civil, “-aquí estamos, estamos creciendo inconformes y en rebeldía” en el inicio de una nueva era astronómica –y no apocalipsis- pronosticada por los mayas, cultura de la cual forman parte.
Brillan por su ausencia las críticas radicales, y por radicales me refiero a profundas, de raíz y de alto debate. Criticas que pongan al descubierto los vicios que pueda tener el EZLN, criticas que conozcan el discurso y el ideario zapatista no nada mas que lo confronte burdamente, hacen falta esas criticas que hacen crecer y replantearse las cosas, con base en estudio, análisis y conocimiento de causa, no solo criticas de rechazo a quema ropa con fin de eliminar la piedra en el zapato que representan los pueblos indígenas en resistencia para los mas altos círculos de la politiquería mexicana.
Es preocupante como para muchos el discurso Zapatista no pasa de ser una “onda” revolucionaria pasada de moda en nuestro siglo XXI dejando de lado muchas publicaciones, desde los escritos de Marcos o los primeros estudios acerca del fenómeno zapatista en Chiapas hasta contemporáneas e importantes obras como el libro sacado a la luz en 2011 por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) titulado: Luchas “muy otras”. En el cual se refleja la observación y estudio que distintos investigadores de lo social (como Bruno Baronnet, Mariana Mora Bayo, Richard Stahler-Sholk entre otros) realizaron acerca de los procesos autónomos que tienen lugar en las comunidades zapatistas. En este titulo se da cuenta de los problemas que enfrentan los pueblos en rebeldía para constituirse en las muy diversas áreas que abarcan a una sociedad, desde como enfrentan el deterioro ambiental en sus comunidades enclavadas en la Selva Lacandona pasando por reflexiones acerca de la calidad de vida y educación de sus niños hasta problemas relacionados con el fenómeno migratorio que se vive también dentro de sus comunidades.
Es importante que el mexicano “de a pie” conozca otra realidad ajena a la propia, otros discursos, otras formas de hacer política. Que no se estigmatice una lucha por un pasa montañas o una insurrección armada, que se vea mas allá, que se conozcan los ojos y las razones de los que cubren su cara, que se sepa que si un indígena se levanta en armas no es para conseguir el hueso o aterrorizar al pueblo “bueno” y a los “santos” políticos que tenemos, sino para recuperar su tierra, alimentar a su gente y tener un futuro para sus hijos. Que se sepa también que al olvidarlos a ellos nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestra cultura, nuestra pluralidad, nuestras diferentes formas de entender la realidad.
Desde mi posición de universitario inconforme e indignado con el México que tenemos hoy, saludo la lucha y resistencia de las comunidades Zapatistas, por que desde las diferentes expresiones de lo social hay quienes queremos un México diferente a través de la creación de una nueva cultura, una mas humana, mas sincera, mas de calle, mas de comunidad. Más de abajo y a la izquierda. De mexicanas y mexicanos unidos, no de vencedores y vencidos.
@JuanYvesPalomar