Lo que te he aprendido abuelo Georg.

Desde que conocí los granos de arena la primera vez que fui al mar, entendí que te gusta pensar y jugar con los diferentes factores del universo y la realidad. Ingeniero naval, nacido en Hamburgo antes de la guerra y formado en California después de las bombas atómicas. Como bien dice mi padre, siempre has tenido un gran talento inigualable para surcar con especial soltura las aguas más turbulentas de la vida y del mar. 

Me enseñase con lógica y física simple el funcionamiento complejo de los sistemas volcánicos así como su gran importancia geológica para el devenir de las diferentes eras planetarias. También me introdujiste en la lectura de todo tipo de mapas, atlas del mundo, globos terráqueos y enciclopedias sobre viajes alrededor del mundo. Alejandro Magno, Marco Polo, Magallanes, Champlain o Hudson, los exploradores te fascinan, en ellos siempre te has identificado y de ellos siempre encuentras algo que aprender.

Georg Oetling, Elena Oetling y yo en Chapala

Sobreviviente de un accidente aéreo, viajero incansable, velerista desde la cuna y diseñador de barcos con una técnica envidiable. A la altura de los armadores anteriores y en memoria de su legendario trabajo. Me enseñaste a pedalear una bicicleta, a doblar una vela, y también a manejar un coche. Para mis tíos y mi mamá, un papá con luces y sombras, para mi un abuelo entrañable. Grabadas quedan en la memoria las incontables vueltas por Chapala, San Antonio Tlayacapan, Ajijic, Joco, Alacranes, Mezcala, Punta Negra o Guayabitos.

De tí oí muy pocas pero demoledoras críticas hacia Alemania, sobre todo hacia el aparato nazi aupado a la sombra de Weimar. Nunca creíste en la guerra como un mal necesario. Siempre me quedará grabado tu mirada triste y perdida al recordar a conocidos, amigos y familiares que permanecieron en Hamburgo. Una parte de tu familia tuvo que exiliarse de Francia por la guerra siglos antes y en la década de 1930 fue el momento para que tus padres y tu hicieran lo mismo, ahora cruzando el atlántico. Llegaste a México cuando tenías menos de diez y a tus quince años ya habías vivido el conflicto armado más fuerte de toda la historia humana. 

En 1946 te graduaste del bachillerato ganando cuadro de honor y reconocimiento al mérito académico en diferentes materias como ética, física, geografía y cosmografía en el Instituto de Ciencias, cinco años antes de la inauguración de la sede en ávila camacho. Para 1951 ya tenìas tu certificado como miembro de la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos después de terminar tus estudios de Ingeniería Naval en la Universidad de California con sede en San Francisco. Siempre te encargaste de recordarme que tu padrino rotario fue quien movió cielo, mar y tierra para que pudieras estudiar la universidad en Estados Unidos.  Bienaventurados sean todos quienes han trabajado como él y como tú por la cooperación internacional entre los pueblos y sus gentes.

Pisaste en vida casi todos los continentes del globo terráqueo, contabas anécdotas de Japón, de Brasil, del trabajo para pagar la renta en San Francisco, de las encomiendas de argostal para ir a juntas de ejecutivos al Caribe, a Chile, Argentina o Colombia. De Alemania muy poco cuando volviste ya adulto, de Estados Unidos un poco más, de cuando visitabas algunas ciudades con mi abuela Cristina. De las caminatas y campamentos por el Río Cuale, de las casas de los parientes Robles Gil en Reforma, y como no, de las legendarias regatas convocadas por el Club de Yates de Chapala, del cual fuiste fundador y Comodoro en varios periodos.

Será un timbre de orgullo para mi conseguir en mi trayecto auque sea la mitad de tus logros. Así en honor a tu sabiduría trabajo para construir un mejor mañana. Estoy seguro que seguiré aprendiendo de ti con el pasar de los meses y los años. Espero ser igual de lúcido y fuerte que tú, para encontrar cariño, amistad y conocimiento incluso en los momentos más adversos de mi vida. Queda constancia con tu camino, que el futuro llega para nosotros gracias a que a traves de la historia personas como tu han sembrado amor y le han apostado al entendimiento humano incluso en los días más oscuros de la guerra y la amenaza nuclear.

Georg Julius Oetling Collingon, así consigna tu pasaporte, te quedaste a unas semanas de cumplir 93 sobre la tierra pero tus pasos aquí seguirán marcando nuestra senda. Hoy ya es Enero de 2022 y se que fuiste con nosotros al mar para cerrar el 2021, que juntos despedimos estos años de pandemia viendo con unos catalejos /como tú nos enseñaste/ a las ballenas desde la playa, que te reiste del pictionary que jugamos y que desde donde estás sigues cuidando de nosotros, de tu familia. 

De Alster hasta Américas y de regreso de Américas hasta Alster. Toda la Tierra será siempre tu lugar para navegar y acompañar cada que tengas ganas, a quienes toda la vida te seguiremos queriendo tanto. 

Juan Yves Palomar Oetling

@juanyvespalomar