La «metástasis» de los cotos, el olvido del centro y la especulación inmobiliaria

A estas fechas ya pasadas del 471 aniversario de la ciudad de Guadalajara, Jalisco,  antigua Nueva Galicia, el resultado de la “modernización” de las urbes mexicanas ha resultado ser desconcertante, el crecimiento en los principales centros urbanos en México  ha sobrepasado  la capacidad de una buena adaptación para la sociedad.

El país sufrió un gran impacto que tiene como origen el cambio y el reajuste de modelo económico con la debacle del ISI y la adopción del NME. El boom urbano que sufrieron sobre todos las tres grandes aglomeraciones del país (la zona metropolitana de Guadalajara, la zona metropolitana del valle de México y la zona metropolitana de Monterrey) tienen sus distintos matices y caprichos delineados por históricos contextos diferentes.

En el caso especifico de la zona metropolitana de Guadalajara nos encontramos con una ciudad que se sobrepasa a si misma de diferentes maneras y que no logra encontrar la manera de tentarse el pulso y reconocerse. Inmiscuidos entre las mañanas rendidas ante el ruido que aturde del comercio en el centro, los tapatíos viven en una metrópoli que se a turnado a boicotearse a si misma. En donde las recomendaciones de privatización surgidas del consenso de Washington  parece que permearon hasta en  el desarrollo urbano. Ahora la dirección y la planeación urbana de la metrópoli  a caído en manos del capricho de las grandes constructoras de desarrollos (mejor conocidos como cotos- los cuales se amparan muchas veces en procesos dudosos- por la falta de coordinación, negligencia o corrupción por parte de las autoridades), todo esto tiene grandes implicaciones en la vida de un tapatío de a pie.

Reconociendo entonces que entre 1970 y 1990 la zona metropolitana de Guadalajara casi duplico su población al pasar de 1.527.984 habitantes al inicio de la década de los setentas hasta los 3.003.868 habitantes para el inicio de los noventas. Es notorio el crecimiento acelerado y el impacto social que esto genera cuando sabemos que en los años de 1950, 1970 y 2000, concentraba el 27.4, 46.4 y 58.0 por ciento, respectivamente, mientras que para el 2007 concentraba ya al 66 por ciento de la población del estado y esa tendencia a la urbanización no parece detenerse. Ante el calor de las cifras y la proyección que se levanta ante estas perspectivas sería raro en esta ciudad no encontrar por momentos caos o por lo menos desorden.

Considero que existe una correlación directa entre el fracaso habitacional del centro tapatío y el desarrollo de nuevos cotos en las afueras de la ciudad entiéndase Zapopan, Tlajomulco o hasta Ixtlahuacan de los Membrillos –ahora resulta-. Años atrás un arquitecto y urbanista Tapatío de probada experiencia proponía so pretexto del evento de los juegos panamericanos crear  alrededor del parque Morelos una villa, que mas que villa fuera un proyecto de rescate habitacional para la colonia, para el centro.  Hoy esa idea, ese proyecto se extraña. Se extraña porque cada vez existen más desarrollos tipo “cotos” que se encuentran cada vez más alejados los unos de los otros ocasionando gran cantidad de viajes y gran cantidad de distancia para recorrer para quien es un usuario del transporte público, ciclista o peatón. Sumado a esto un paseante cualquiera no puede introducirse por las calles de estos desarrollos, ¡no eso no! ¡eso es otro boleto! no importa si vas a la tiendita de doña chuy que está cruzando a tres cuadras no puedes pasar por donde esta una barda, es de un privado,punto.

El centro de Guadalajara ha perdido su valor habitacional  y con ello ha alterado la densidad de toda la metrópoli. El municipio de Guadalajara alcanzo su pico poblacional en los noventas y desde entonces más que recuperar habitantes los ha ido perdiendo. La falta de renovación de la infraestructura urbana combinada con una escases en la oferta y un exceso en la demanda habitacional de toda la zona metropolitana ha provocado que las familias busquen hogar en los municipios aledaños propiciando así un crecimiento desordenado en vivienda ya que al perder densidad la ciudad se vuelve amorfa y resulta más  complicado y menos rentable el establecer servicios de transporte del tipo colectivo o masivo. De esta forma se ha incentivado el transporte particular arrojando el esplendoroso resultado de contar con más coches por habitante que el Distrito federal.

Por otro lado ¿Cuál es el problema de concesionar las calles? se preguntaran. Ninguno, en si el problema no está en la idea de concesionar el desarrollo urbano a un privado o a un desarrollador. El problema emerge cuando no es solo un desarrollador o un privado si no que varios, ya que las proyecciones urbanas, trazos de calles, establecimiento de comercios, locales,  serán irregulares ante la variedad y pluralidad,  todo caerá en la discrecionalidad de quien decida.  La infraestructura pública gracias a esto tiende a escasear  y la falta de fortaleza en lo público de una ciudad denota poca cohesión y proximidad entre sus habitantes.

Más allá de la poca cohesión y proximidad que se hace evidente ante la escases de producción de espacio público en la zona metropolitana de Guadalajara una cuestión más profunda  y grave seria el grado de aislamiento que existe en el deseo de los habitantes de interponer entre su seguridad y ellos, mas allá de su puerta todas las bardas que sean posibles  ya que el Estado o la sociedad en su conjunto no ha logrado ser lo suficientemente eficaz para organizarse y  vivir en paz con libertad. Hay que ser consientes de las implicaciones sociales y la segregación que significa el hecho de delimitar físicamente (si, aun mas) la diferencia entre el que tiene que comer mañana y el que apenas se va a ganar la torta para comer al rato.

Aunadas a estas singularidades y mexicanas características de ciudad hoy en Guadalajara también conocemos el fenómeno de la especulación inmobiliaria con el surgimiento de la tendencia de construcción de desarrollos verticales en diversas colonias (Puerta de hierro, Providencia). Este fenómeno surge como una interrogante y una variación, una alternativa al ya conocido recurso habitacional del “coto”  veremos con el paso de los años si esta tendencia se logra convertir en política pública y se logra canalizar en pro de un mejor desarrollo de la zona metropolitana.  Por ahora la ciudad y sus habitantes tendrán que dejar de construir bardas, paredes y divisiones para empezar a diseñar  y vislumbrar parques, trenes, ciclo vías y cercanía, en resumen, una comunidad más unida.

@JuanYvesPalomar

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