#Ayotzinapa: El fuego y la ruptura.

Lo sucedido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, sintetiza la tragedia que vive México. El “punctum”, el momento que lo cimbra todo y hace regresar a la historia sobre sus pasos. En medio del hastío cotidiano, como en sus peores tiempos, el gobierno rememoro sus andares y llevo la represión al nivel más inhumano. Cuando las fuerzas que se esperaba estuvieran asignadas para la seguridad, abortaron su encargo y, en cambio, perpetraron un acto que podría ser envidiado por dictaduras declaradas, no como nuestro régimen, dicen. Fue ahí cuando una grieta atravesó el país y desencadenó la ola de movilizaciones más profunda de la que tenemos memoria, sólo comparables con las marchas del movimiento de 1968.

A febrero de 2015 (5 meses después del ataque de la policía, en colaboración con el ejército, en contra de los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Iguala) la solidaridad con Ayotzinapa se ha extendido por todo México y el mundo. La exigencia es contundente y clara: ¡los queremos vivos! Y más allá se desbordan el “¡ya me cansé!”, el “fue el Estado” y muchos más. Ante las miles de voces, el gobierno mexicano apenas articula palabra, escupe un spot ‘solidario’ por aquí, avienta un “periodicazo” traicionero por allá.

Las movilizaciones de la primavera del 2012 lo denunció, la regresión autoritaria del PRI. No era un juego. Es cosa muy real, tristemente real hoy para 43 familias y miles más. De la rabia a la digna-acción, se dice. “¿Si no ardemos juntos, quien iluminará esta oscuridad?”, preguntan. Algunos callan, un torrente de acontecimientos responde, miles salen a las calles.Una fecha marca hasta el momento el punto álgido de las protestas por los 43: 20 de noviembre. En el  Zócalo de la Ciudad de México arde una fogata en la explanada. Colorida, mítica, calurosa, triste, nostálgica y a la vez potente y esperanzadora. Así se proyectó la movilización social mexicana más estruendosa del 2014 hacia el mundo. El descontento a flor de piel.

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“Nos quisieron enterrar pero no sabían que éramos semillas”; una frase que conecta nuestros sentires del presente y el pasado, y los proyecta en forma de esperanza hacia el futuro, que parece tomar, conforme pasan los días, cada vez mayor sentido. La ruptura que se abre ante nosotros en el panorama nacional la ha provocado el régimen priísta, no la gente.  Que nadie se engañe. Los delincuentes son los que desaparecen a estudiantes con todo el cinismo de saberse poderosos, no los que protestan y se indignan por amar y morir en medio del autoritarismo.

Lo construido, removido y enunciado frente al terror del 26 de septiembre no se entiende desde la individualidad, desde un discurso particular. Se articula desde la solidaridad de las y los muchos que vamos paso a paso desarrollando de a poco la capacidad de reconocernos en el otro. Ante la “verdad histórica” del discurso oficialista terminara por prevalecer la palabra de la gente común.  Esa debe de ser la apuesta. Contra las prisas de algunos por cerrar el caso insurgen millones de voces que reivindican la vida. ¿Dónde están nuestros 43? ¿Dónde está nuestro país?

@JuanYvesPalomar

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