Por: Cristina Oetling L. de G.*
Caracas 2015
“No dejes que te roben el corazón, deja las puertas abiertas para que lo tomen conamor” dice en uno de sus versos el poeta nicaragüense Rubèn Darìo. Y ¿acaso no es esto lo que nosotros humanos y psicoanalistas deberíamos hacer con nuestros congéneres y nuestros pacientes?
¿No es acaso el psicoanálisis una búsqueda infinita de renacimientos y un método que a través de la experiencia de amor, ayuda a recomenzar, recoger y renovar la vida del analizado utilizado para su no-muerte como lo dice Kisteva(1983) al referirse a nuestro trabajo de psicoanalistas sin hacer diferenciación de sexos? A esta no-muerte me refiero al sujeto no en el sentido biológico, sino metafórico en donde uno puede permanecer en el imaginario del otro a través de sus acciones y afectos. Y el amor del que hablo, no es ese amor enraizado en las fronteras del narcisismo y la idealización, en donde el yo se concede un derecho a ser extraordinario, un ser soberano con el derecho a permanecer en la fusión con el otro, donde existe esa estabilización mortífera que provoca exactamente la ausencia de amor. Por el contrario, hablo del amor al que Freud se refería cuando dijo que había que hacer del amor una terapia para volver a poner las cosas en su sitio, reimplantando al menos un poco de realidad. Y, aunque en “tres ensayos para una teoría sexual” se refiere al sexo como algo biológico, al hablar de realidad, hablaba de una realidad psíquica que tiene y tenía que ver con el deseo. El analista tiene que estar inmerso en el amor, y si se le olvida, està condenado a no hacer análisis dice Kristeva. (“Historias de amor” p. 11) Este amor tiene que ser generoso, mismo en el que haya fusiones provisionales de identificación pero con destellos de armonía, que conduzcan a momentos de mirar, soñar, y sufrir con nuestro paciente o nuestro hijo para que la pulsión sea aprehendida. Pero después, ésta tiene que ser liberada, dejada ir del objeto, para que el sujeto encuentre su propio camino, su deseo. La identificación con el Otro y su introyección no tienen lugar sin su muerte simbólica o imaginaria. Ese Otro, sea el analista, o los padres, puede convertirse en un instrumento de dominación perversa si permanece en el lugar del Sujeto Supuesto Saber, en ese lugar del que cubre la falta del sujeto y lo vuelve su súbdito al quedarse con su deseo. O puede moverse de ese lugar y simplemente representar ese Gran Otro al que su ley y su orden remiten. Lo fundamental de la teoría de la castración no radica en su anclaje anatómico, aunque en cierto período histórico se haya considerado así. Lo que marca esta teoría remite a la incompletud narcisista, a la falta constitutiva que no tiene resolución con la posesión o pérdida del pene real. Cuando la castración simbólica se asume, da lugar a una relación entre el sujeto y el objeto en la que se aceptan las diferencias individuales, y se promueve a una identidad propia y asentada. Aquí es entonces donde interviene el amor. El amor solo se da habiendo asumido la castración, y habiendo aceptado el reconocimiento de la falta en que el objeto no es ni tiene lo que el sujeto quisiera que le diera. Es decir, si el objeto permanece en falta asumiendo su renuncia, la pulsión retornará hacia el sujeto y éste la dirigirá hacia otro lado, hacia la búsqueda de su propio deseo.
Nuestro psiquismo que es un sistema abierto conectado a otro, y solo en estas condiciones es renovable, puede sentir amor si está vivo, si existe pulsión de vida, si hay movimiento; si no estará muerto, dice Kristeva (1983) En el efecto de la relación con el otro, interviene no solo el objeto y la meta de la pulsión, sino la forma en que el objeto la aprehende, en que la pulsión de vida se manifiesta. Aquí se decidirá si ésta toma un camino propio hacia la búsqueda del deseo propio del sujeto, o se quedará atrapada en el otro.Nasio (1996) se refiere al amor no como una demanda de amor en el que se suscitan demandas dirigidas hacia un Otro, como conjunto de síntomas, mensajes, y demandas de saber, sino como el espacio en que el yo justamente renuncia a esas demandas, volviéndose el falo imaginario, y excluyéndose de ese Otro. El amor debe dirigirse dice, al velo que cubre al objeto. Si la pulsión es rechazada en esta primera demanda de amor, va a retornar al yo intentando la identificación con el falo imaginario, que entonces se identificará con aquello que le ha sido rehusado. Forma y manera de demostrarle al yo que no se puede dar lo que no se tiene y que lo que se cree que se tiene no es. Esto le da la posibilidad al mismo de ir forjando su propio deseo, de no quedarse atrapado en eso que cree que el Otro quiere de èl, o sea ser su deseo. Cuando el yo no se quedaentrampado en el deseo del Otro y acepta su castración, su no poder ser completado por el Otro y su no querer que el Otro lo complete, ese Otro se vuelvedeseante representado bien por el analista, o por los padres heterosexuales de un hijo adoptado, o por aquellos homosexuales que buscan un vientre o una adopción, porque aunque su presencia sea una presencia aguda, si se vive como se ha descrito, con amor en una experiencia de aceptación de la castración, el yo del sujeto (hijo) vivirá la experiencia de la incompletud transmitida como de alguien diferente a èl, que le ofrece y pone en sus manos la libertad de su vida, y de su deseo. En esta vivencia se transmite ya una ley y un orden que van más allá de lo que el Otro desea, una ley de ese Gran Otro al que se refiere Lacan en donde se sitúa lo que proviene de fuera, tal como el respeto, la diferenciación, la otredad y la ética.
Cuando Freud se refiere en “Introducciòn al narcisismo” (1914) que para constituirse el narcisismo ha de agregarse al autoerotismo un nuevo acto psíquico, ya està confiriendo al mismo, una formación que de alguna manera podríamos llamar intrasimbòlica, porque depende de un Tercero , de eseOtro fuera de él con el que de alguna manera el yo tiene que identificarse refiriéndonos al objeto, aunque en un primer momento, el mismo yo tenga que ser ese objeto.Esta identificación tiene que ver con elementos psíquicos ordenadores que transmiten moldes, formas de ser y aceptar ciertas prohibiciones, de tal manera que el psiquismo infantil se va moldeando recreando lo que recibe y vivencía de acuerdo a sus posibilidades deseantes. Lacan retoma esta observación de Freud cuando se refiere al “estadìo del espejo” al mencionar que el yo se constituye sobre el fundamento de la relación imaginaria, pero que èsta no debe quedarse ahí, sino constituirse en una simbólica. En ambos casos, esta relación simbólica tendría todo que ver con la forma en que el Otro se posiciona frente al yo y el yo mismo lo toma; y no tanto en cuanto a ser otro con un sexo diferente.
Aunque Freud definió la constitución psicosexual, reconociendo la diferencia anatómica, el diferente desarrollo en las sociedades actuales ha demostrado que quizá su teoría sexual infantil, aunque soporte de toda la teoría sexual posterior, queda constituìda y adherida a su época, en la que prevalecía una gran represión sexual en la que inclusive Freud por atreverse a hacer un desarrollo de la misma, fue considerado por la sociedad moralista casi como hereje. Dice Peter Gay en su libro: “Freud, una vida de nuestro tiempo” (1989)que en cada paso del desarrollo de su teoría de la libido, el Freud burgués convencional tenía que sostener una batalla con el Freud conquistador científico, ya que sus proposiciones sobre la libido y su teoría sobre la sexualidad infantil, eran para él casi tan escandalosas como para la mayoría de sus lectores, (pag, 175) aunque hubiera habido antes otros que hablaban sobre un impulso sexual, tales como Kraft- Ebing en 1886 con su estudio científico de la perversión: “PsychopathiaSexualis”.
En “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) Freud clasifica la sexualidad en dos grupos: las desviaciones con respecto al objeto sexual normal, y las desviaciones con respecto a la meta sexual normal. Aquí los homosexuales son considerados con una sexualidad invertida, con esa desviación respecto al objeto, como una perturbación que ataca al instinto sexual durante su desarrollo, aunque acepta una naturaleza bisexual del mismo. En su investigación sobre esta llamada desviación, argumenta una breve fase del sujeto de intensa fijación a la madre que predetermina la identificación con ella, y hace que se tome a sí mismo como un fin sexual. Y entonces, partiendo de una posición narcisista busca al objeto semejante a su propia persona, a los que quiere amar como su madre lo amó a él; manteniéndose desde la organización del Complejo de Edipo tanto en el hombre como en la mujer, en un predominio de mecanismos psíquicos primitivos que desvían el objeto y la meta, aunados a factores constitucionales arcaicos que definirían al Complejo de Edipo como invertido. La observación de estos casos considerados entonces anormales, mostraban para la investigación de Freud una soldadura entre el instinto sexual y el objeto sexual que se escapaba de la vida sexual normal. Sin embargo en su investigación de 1915 rechazaba terminantemente la tentativa de apartar a los homosexuales del resto de los humanos como un grupo diferentemente constituído, y al extender ésta al conocimiento de excitaciones sexuales distintas de las manifestaciones exteriorizadas, comprobó que todo individuo era capaz de una elección homosexual de objeto; y que la ligazón libidinosa a personas del mismo sexo desempeñaba en la vida psíquica normal un papel tan importante como la que recaía sobre personas del sexo contrario, pudiendo llevar en su desarrollo social y cultural un desarrollo completamente normal, con un gran desarrollo intelectual, y una elevada cultura ética.
Podemos ver aquí que desde el Complejo de Edipo freudiano la homoparentalidad podría entonces considerarse como una desviación de objeto, asi como una inversión de la libido en la que supuestamente su meta no habrìa sido lograda como se hubiera esperado. Pero la investigación posterior de autores post-freudianos como Lacan, Nasio, Mc. Dougall y otros nos muestran que en el desarrollo psíquico del sujeto,no importa tanto el objeto y la dirección de la libido sino la forma en que ésta haya sido aprehendida y transformada, o sea quela castración haya sido asumida. Lacan lo pone como la relación del sujeto con el significante. El sujeto se constituye como ideal en el Otro, su realidad imaginaria se ha de consituir en el Otro. El sujeto se ve en el espacio del Otro, y el punto desde donde se mira está también en ese espacio.
Si tomamos la relación de la madre con su hijo, vemos que no solo están en ésta las satisfacciones o frustraciones inmediatas ya que esto no llevaría a ninguna dialéctica, sino que además dentro de esta relación está el objeto de deseo de la misma madre. Para que ese niño se constituya como sujeto o sea pueda acceder al mundo del lenguaje y del significado, tiene que descubrir lo que para ella significa su deseo y en que lugar se manifiesta la función del falo, o sea qué es lo que la madre quiere de él y si el hijo se convierte en su deseo o no. Para que esto no suceda, la madre tiene que tener en su interior el Nombre del Padre en el que autorice a su hijo a existir, a que ella no se quede con su deseo, a que dicte su ley, en donde su deseo sea solamente un objeto de una búsqueda enigmática que deba conducir al hijo en su desarrollo a trazar en él el signo del falo. O sea que sea él el que busque su deseo. Entonces estará en la corriente de la castración, y de lo simbólico, en cuanto haga y sea lo que ha de hacer y ser. Si esto no sucede, si la madre se coloca en el lugar del objeto real, en lugar de ser ese significante que desliza el falo, todo circuito del deseo queda truncado sin castración alguna al no aceptar al hijo como otro, y lo simbólico y el acceso del hijo a su propio significado se perderá. Hablamos entonces del mundo psicótico o perverso.
En el caso de las homoparentalidades en que sucede este circuito de la forma adecuada, o sea aceptando desde la pareja este deslizamiento del falo y la permisividad de la apropiación del propio significado del hijo mediante la castración simbólica de los padres, la función del desarrollo del hijo en cuanto sujeto independiente, no tendría porqué ser afectada, pudiendo acceder fácilmente a su identidad femenina o masculina, puesto que lo que estoy describiendo es la afección o no en cuanto a su desarrollo tomando en cuenta la función desempeñada por la madre y el padre, y asi la castración. El niño no se identifica con el objeto real, sino con los modos de representación que percibe en el discurso del otro significativo. Se va forjando en esa circulación que reconoce la alteridad y sus posibilidades cambiantes respecto a los modelos narcisistas a los que el adulto debe renunciar en pos del ofrecimiento del amor. Los padres deben renunciar al goce tanto erótico como narcisista tanto si son heterosexuales u homosexuales, ya que en ningunos existe esta garantía. Unos y otros deben mantenerse en una asunción de la castración, renunciando a la completud narcisista que llevaría al niño hacia un ser sometido, súbdito y carente de deseo.
El Edipo tendría entonces que ser considerado también como algo estructurante y ordenador de los intercambios pulsionales en los que se pudiera establecer una interdicción del goce entre el adulto y el niño, ya que de esto depende que en el psiquismo del niño pueda surgir su deseo.
Los nuevos modelos de crianza que empiezan a aparecer en nuestras sociedades actuales, ponen en primer plano todo lo que tiene que ver con la sexualidad y el inconciente en la posibilidad o no de la búsqueda del propio deseo. La función materna y paterna en la relación con el hijo no están definidas exclusivamente por la presencia del cuerpo real anatómico, sino por las formas de representación que éstas significan. La función de la castración desde Freud o la “metáfora paterna” desde Lacan deben de estar inscritas en esa relación entre padres e hijos, dando esa posibilidad a la búsqueda del deseo y dejando de lado la sociedad moralista y autoritaria.
Tal es el caso que observamos en la película “Los niños están bien” película norteamericana (2010) ganadora de dos Globos de Oro, dirigida por Liza Chodolenko y protagonizada por AnneteBenning, y Julianne Moore, y nominada a cuatro premios Oscar incluyendo mejor película. En ésta se muestra una pareja de mujeres homosexual, en la queNic es obstetra y principal sostén de la pareja, y Jules ama de casa que se está iniciando en el negocio de diseño de paisaje. Ambas han dado a luz cada una por su lado a sus hijos Laser, el hijo menor, y Joni su hermana de 18 años, producto ambos de una donación de esperma. Laser quiere encontrar a su donante de esperma pero como es menor de edad, le pide a ayuda a su hermana Joni. Joni al ponerse en contacto con el banco de esperma descubre que el donante es Paul un adulto desenfadado y bohemio que ha donado sus espermas porque se le hizo divertido y de donde además podía obtener algo de dinero.Joni y Laser deciden guardar el secreto para no molestar a sus madres, pero quieren que su padre forme parte de sus vidas. Nic y Jules lo descubren y mejor invitan a cenar a Paul, quien empieza a querer integrarse màs de lo que ellas quieren al querer ser parte del equipo que trabaja con Jules en el diseño de paisajes. Tanto Laser como Joni son dos muchachos bien adaptados a su medio ambiente que acuden a sus correspondientes instituciones educativas, en la secundaria, y en la preparatoria, con amigos igual que los demás y un desempeño académico adecuado. En un inicio intentan que su descubrimiento permanezca desconocido, pero después se dan cuenta que es algo que tarde o temprano se sabrá y que no tiene porqué afectarlos a ellos. La película muestra un final en el que los cinco aceptan cada uno su posición frente a la realidad, y llevan una buena amistad, respetándose mutuamente, con el cariño correspondiente de los hijos hacia sus madres, al igual que de éstas a ellos, y ahora también hacia el nuevo padre que ha empezado a tomar un lugar en la familia.
Aquí la perversión no tendría sentido ya que en ella se hace una desmentida no solo del órgano sexual, sino del reconocimiento del deseo del Otro en tanto portador de una subjetividad. Podemos entender por lo tanto, que la perversión puede entonces darse tanto en la elección homosexual de objeto, como en la heterosexual. La diferencia anatómica de los padres no da garantía de salud mental, todos lo sabemos y toda la destrucción psíquica tiene que ver con el goce del adulto. Aquí veríamos una expresión de la falta de amor con todas sus manifestaciones sádico-perversas.
Como dice el poeta nicaragüense Rubén Dario, “ No dejes que te roben el corazón, deja las puertas abiertas para que lo tomen con amor”.
*Cristina Oetling es Doctora en Psicoanálisis por la Asociación Psicoanalítica de Guadalajara.
BIBLIOGRAFIA
-Freud S. Obras Completas Vol. II Ed. Biblioteca Nueva.
-Gay Peter. “Una vida de nuestro tiempo”, Ed. Paidos.
-Lacan J. “Los cuatro conceptos del psicoanálisis”, “Las formaciones del inconsciente”,
“La transferencia”. Ed. Paidós.
-Nasio, J. D. “Cómo trabaja un psicoanalista”. Ed. Paidós.
-Kristeva, Julia, “Las nuevas enfermedades del alma,” Ed. Catedra. “Historias de Amor”
Ed. S XXI
-Rotenberg Eva, Beatriz Agrest. “Homoparentalidades, nuevas familias”. Ed. Lugar