La Indianidad que subyace.

*A partir del Capitulo  “Indio Reconocido” del libro México Profundo de Bonfil Batalla

Es notorio como hoy en día el elemento indígena sigue siendo relegado a planos secundarios por múltiples mecanismos sociales que hemos ido adoptando fruto del choque civilizatorio que se ha dado entre Occidente y Mesoamérica mediante el acontecimiento que se conoce como “la conquista”. Esa conquista de la cual nosotros (las generaciones de hoy en día) aun siglos después,  somos resultado y continuación, sigue presente en nuestra cotidianidad, bajo diferentes formas de ritos y dispositivos coloniales.

Pero cabe preguntarse a partir de qué y cuales rasgos, momentos, acontecimientos fue que este panorama se empezó a delinear. ¿Cómo es posible hoy la continuación dentro de nosotros de dos herencias civilizatorias cuando una de ellas pareciera no estar dispuesta a reconocer la existencia de la otra?  ¿Cómo es que resiste y se articula hoy en día la matriz mesoamericana?

Resulta traumático y terrorífico pensar en términos de un horizonte cultural común lo que sucedió con el ciclo y  periodo de debacle del Imperio Mexica.  Hablar de la caída de Tenochtitlán más que hablar de un triunfo militar español, es hablar de la muerte de más de la mitad de la ciudad (Una ciudad más grande que Roma) por motivo de enfermedades desconocidas. Todo esto a los pocos años de la llegada de Cortes a México.

Después de la implosión del sistema político indígena y la caída de sus más notables liderazgos, la implementación del régimen ideado por la corona española le valió a la población nativa que sobrevivió a las pestes al estar subyugada a un sistema colonial de dictadura. El exterminio pese a no ser siempre la constante fue un elemento presente mediante la cual en algunas regiones del país los españoles tomaban control de las tierras. Sobre todo en los casos de las culturas nómadas y los territorios hacia el norte. La implementación de la fe católica en las primeras generaciones fue de niveles de fanatismo notable, este fue un elemento ideológico que adquirió bastante relevancia en el discurso de la Corona como una manera de justificar el sometimiento indígena y la jerarquía colonial. Además de este mecanismo de suplantación de símbolos y de imposición de fe, la población nativa fue sujeto de una dispersión geográfica planificada y orientada a generar el desmembramiento de la estructura social mesoamericana.

Fue a través de estrategias como la antes descrita como una minoría (la Corona) logró generar un proceso de colonización a partir de la destrucción de los lazos relacionales de las sociedad atacada para de esta manera generar las condiciones para apoderarse de sus recursos aun a costa de la población que habita los territorios en los que estos se extraen.

…Y es en los territorios donde todo se entrelaza, fue ahí antes, y es en esa unidad hoy donde inicia y se expande el conflicto y la tensión. La cultura mesoamericana tiende a la autosuficiencia, es de temple fuerte y pese a la adversidad mantiene sus núcleos culturales bajo diversas expresiones. Un botón: San Salvador Atenco. Una población campesina próxima a la urbanización pero que pese a las intenciones especuladoras mantiene su forma de vida dedicada entre otras cosas a la agricultura. Casos como estos para la visión de occidente suelen ser bastante incómodos e incomprensibles. El poblador con una herencia más próxima a la matriz mesoamericana prefiere la autosuficiencia y la reciprocidad antes que el salario y la acumulación. Antes que un aeropuerto prefiere la tierra, antes que dinero prefiere quizá, aun hoy el reconocimiento por agregación, por meritos, generado por y desde la comunidad. No desde el dinero, la opulencia y la aspiración material.

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@JuanYvesPalomar